martes, 6 de octubre de 2009

EL MUNDO , Lunes, 28 de septiembre de 2009
Edgar Gamboa y Óscar López comparten espacio de exposición en Envigado Dos miradas, al arte monumental
Obras pictóricas, esculturas y proyectos de obras monumentales exhibe Óscar López (foto) en el Auditorio Marie Poussepin, una serie de obras basadas en el concepto de Espacios y Planos Bimórficos de Luz, creado por él.
Seguimiento de la noticia El Auditorio Marie Poussepin alberga por estos días las obras pictórico-escultóricas de Óscar López y las esculturas de Edgar Gamboa, dos obras que reflejan vidas dedicadas al quehacer artístico.
En el generoso espacio del Auditorio Marie Poussepin, en Envigado, se exhibe hasta mediados de octubre la obra pictórico-escultórica de Óscar López y las esculturas, en su mayoría, monumentales de Edgar Gamboa, dos artistas que han construido una larga trayectoria a través de obras cargadas de sentido. En una primera parte de la exposición se encuentran las obras de Óscar López en las que se ven reflejadas varias visiones y etapas de su trabajo artístico pero enmarcadas en sus Espacios y Planos Bimórficos de Luz. Allí da a conocer el artista 14 proyectos en los que ha estado trabajando y que espera en algún momento ver materializados en obras monumentales que colmen diversos espacios de la ciudad. De estos 14 proyectos él presenta algunos en maquetas y explica uno de ellos de la siguiente manera: “el [proyecto] que tenemos acá que es de dos metros por dos metros, es un laberinto conformado por cuatro esculturas laterales con una escultura funcional o lúdica central que es un escenario, tiene 26 relieves y tiene en forma de pasadizos unos laberintos donde los niños pueden montar en bicicleta, caminar, no es para carros; hay unos elementos donde se pueden sembrar árboles. Es muy lúdico porque los niños pueden jugar y montarse en esos relieves, tiene parte de agua, representada en moyas de la cultura agustiniana que tienen relación con lo religioso, hay unas fuentes de agua y hay unos nenúfares donde los niños pueden brincar. Por otro lado, expone una propuesta de un símbolo que el denomina la Torre Amerindia y que surge del hecho de que París tenga la Torre Eiffel, pero en este caso su proyecto se basa en el contexto latinoamericano. De esta torre harían parte un primer plano en el que podría haber un espacio para oficinas, luego vendría una pirámide en cristal que en su interior alberga una figura escultórica hueca que tiene como finalidad convertirse en museo o galería de arte; de la misma manera que la Torre Eiffel, esta estructura tiene escaleras para que las personas puedan ascender a través de ella y tener acceso a espacios como restaurantes que estarían en lo alto de la estructura. Para el diseño de esta propuesta, Óscar López retoma elementos precolombinos como la luna, el sol, los arcos y abstracciones de piernas. Por otro lado, a través de sus obras pictóricas este artista presenta dos etapas de su trabajo pues en un costado de la sala se encuentra una serie de obras que gira en torno a la cultura de la muerte, representada por la presencia de las ‘Estrellas negras’ y en el otro costado se encuentran obras que guardan muchos elementos de ese primer trabajo pero que están cargadas de luz y color, lo que representa la vida y la evolución de su trabajo. En ambas series pictóricas es posible apreciar la presencia de algunos elementos de su trabajo escultórico, pues aún cuando trabaje pintura, permanece su esencia de escultor y de hecho trabajar de esta manera le genera además otras satisfacciones pues por ejemplo durante la inauguración de la muestra un invidente le pidió autorización para tocar sus obras y poder acercarse más a su arte.
Las obras escultóricas, en su mayoría, monumentales empleando la técnica del hierro forjado en frío con soldadura eléctrica son la especialidad del artista Edgar Gamboa. Por otro lado, una serie de obras escultóricas que superan en mucho la estatura humana se encuentran en otro costado del auditorio, allí María Auxiliadora, un Cristo, Juan Valdés, entre otros constituyen una recopilación del trabajo que por muchos años ha realizado el escultor Edgar Gamboa, quien se inspira en lo cotidiano y aprovecha las ventajas que la técnica del hierro forjado en frío con soldadura eléctrica le provee. Aunque estas obras se encuentran en espacios de ciudad como en el Metrocable de San Javier, Campo Valdés, la iglesia Santa María de los Dolores de El Poblado, una de sus obras, que para la exposición está representada a través de una maqueta, es quizá la más conocida y la que hace ya muchos años le dio el reconocimiento internacional, esta obra es titulada “Los niños de Villatina” y se encuentra ubicada en el Parque del Periodista en el centro de la ciudad. Sobre su acercamiento al arte y su formación como escultor, Edgar Gamboa afirma que “yo conocí al maestro Justo Arosemena y comencé a trabajar con él en publicidad, él se retiró de la publicidad y se dedicó de lleno a la escultura y me dijo ‘Edgar yo voy a cerrar la agencia de publicidad, si quieres me acompañas al taller’, como yo era el más antiguo de la empresa, y yo le dije ‘listo don Justo’ y ahí comencé con él. Yo nunca tuve estudios profesionales, mi academia fue junto a don Justo Arosemena que fue un maestro, amigo, patrón, un todo para mí, incluso ahora cumple en octubre 9 años de muerto y cuando murió a mí se me patrió la vida, antes de él y después de él. De él aprendí su arte y en este momento cuento con su taller en La Ceja porque sus hijos me apoyan para hacer esculturas de tamaño grande”.

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